Comentario
A la iglesia de Las Huelgas se accede por un pórtico, situado junto al brazo sur del transepto, que a su vez da paso a la capilla de San Juan -construida a expensas de don Jofre de Loaysa, a la vez que la iglesia o poco después, y concluida en 1288-. Siguiendo la tradición de numerosos ejemplos castellanos, otro pórtico lateral, pero en este caso con pretensiones de gran panda claustral, llamado de los Caballeros, se alza junto a la nave norte alcanzando toda la longitud de ella. Los arcos apuntados exteriores, con una disposición similar a los del claustro de San Fernando, voltean sobre columnas geminadas con capiteles vegetales que nos recuerdan algunos de los de las Claustrillas. Hacia el lado occidental, una puerta en arco apuntado daba acceso a la nave de Santa Catalina.
La iglesia de Las Huelgas presenta una planta cruciforme, transepto acusado en planta y alzado; tres naves de ocho tramos separadas por soportes octogonales, con capiteles sin tallar y embutidos en los muros que separan las naves; la norte, dedicada a Santa Catalina y la sur a San Juan. La cabecera se compone de una capilla central con ábside poligonal precedido por un tramo recto. La gran profundidad de esta parte viene determinada por estar reservada al coro de los capellanes. Flanqueando el presbiterio hay cuatro capillas, dos a cada lado, de testero recto y conservando, así, las influencias aquitanas en la cabecera. La tipología de la planta sigue los modelos utilizados en otras construcciones de la Orden, sobre todo en las de hombres. Sin embargo, en ésta el ábside central es poligonal, solución que no nos ha de extrañar dado lo avanzado del inicio de las obras.
Por el contrario, en alzado, Las Huelgas se aparta de lo que eran los arquetipos cistercienses, al utilizar una bóveda sextipartita en el tramo recto del presbiterio, la octopartita en el cimborrio del crucero o las bóvedas angevinas en las capillas laterales, con figurillas escupidas en el cruce de los nervios de las trompas; la disposición de dos pisos de ventanas en el ábside central o los capiteles de crochets, son un claro exponente de las fórmulas utilizadas por la arquitectura gótica. A todo esto habría que añadir los elementos decorativos que rompen con la austeridad cisterciense, como las figuras esculpidas en los nervios de las bóvedas de las capillas laterales -de gran parecido a las de la llamada sala capitular de Santa Radegunda de Poitiers-, o las ménsulas que sostienen los nervios del cimborrio con representaciones de cabezas humanas o de tipo monstruoso. Todos ellos serían motivos totalmente impensables en edificios cistercienses de fines del siglo XII.